13 de octubre de 2009

El Miedo al matriarcado


Paradójicamente, produce más miedo en nuestra sociedad entregarle el poder a nuestras propias Madres que a un político como Berlusconi. Existe un rechazo visceral hacia la autoridad femenina. Se ha negado durante siglos a la mujer, igual que se le ha dado la espalda a nuestro vínculo con la Naturaleza. Aquí estamos entrando en un terreno delicado, el de un miedo inconsciente, similar al terror que producen en el hombre las ideas de la castración y de la muerte.

"Una entidad masculina aún inmadura en su desarrollo, que vive su propia masculinidad a un nivel exclusivamente fálico, experimenta lo femenino como una realidad animada de tendencias castrantes y falicidas." (Erich Neumann, La Gran Madre)

El matriarcado no implica para nada la castración. Este miedo es infundado, proviene de la fantasía masculina. Según Neumann, que se asocie lo femenino con el temor a la castración no se deduce de datos del mundo real, sinó de los materiales generados por el inconsciente. El hombre se identifica demasiado con su genitalidad, llegando a elevarla a la máxima fuente de su identidad.

Jesús fue uno de esos hombres que encaró sus miedos internos, y para mí es un ejemplo paradigmático de liberación espiritual. Jesús vence sus propios miedos en el desierto. Poco sabemos de esa travesía, aparte de que era en pura soledad y silencio, ni qué experimentó para transformarle sustancialmente, pero parece ser que fue una experiencia límite, tras la cual superó la tentación del poder y de la dominación, la sed de la que habla Buddha, a la vez que fue capaz de enfrentarse a los miedos más profundos que emergían de su interior. El miedo máximo es el miedo a la muerte. La tentación es el deseo de silenciar el miedo. Los miedos y sus tentaciones no pueden ser evitados, estarán ahí y surgirán de forma espontánea. Hay que aprender a convivir con ellos sin que nos dominen. Pasar de ellos. Es lo que nos enseña la meditación.

No puedo confirmar su veracidad histórica, pero la obra de Fida M.Hassnain es una de las que defienden que Jesús pudo haber conocido las enseñanzas budistas así como otras tradiciones orientales de iluminación espiritual. No sería descabellado, aunque repito, no defiendo tal teoría.

Lo que sí es cierto es que la sabiduría espiritual de Jesús tiene mucho en común con el budismo, en el sentido de liberarse de los deseos que nos dominan y nos conducen a la infelicidad. La única sed que debe guiarnos es la sed de justicia (Mt 6, 24-34).
(Para aprender más sobre el budismo en clave filosófica: Raimon Panikkar, El silencio de Buddha)

Jesús viajó a los infiernos del inconsciente, dicho de manera metafórica, y miró cara a cara sus miedos y debilidades. Eso cambió su manera de mirar las cosas. La mirada no es ya la misma tras la iluminación espiritual. Deviene contemplativa. El hombre debe aprender a mirar a la mujer de forma distinta: sin la barrera psicológica del miedo a perder su "identidad", a menudo depositada en la virilidad. El hombre debe poder ser más que un órgano insaciable, igual que la mujer debe ser más que una posibilidad de placer.

En definitiva, el varón debe liberarse de sí mismo, de sus falsas expectativas, de 'aquello que lo convierte en viril'. Desvirilizarse, castrar su mente, no su cuerpo, cultivar una mirada inocente y confiada, como la del niño, son otras formas de expresar este cambio de actitud propia del hombre matriarcal.
Esto no tiene nada que ver con reprimir la sexualidad: el sexo es algo bello mientras lo mueven la amistad y el amor, y está viciado cuando lo motiva el deseo puramente egoísta.