30 de noviembre de 2009

Más allá del complejo de Edipo.


"Las teorías de Freud no son científicas en el sentido de ser universales, de ser independientes de su medio étnico-social, como lo son las teorías de la física o la biología molecular. Son lecturas inspiradas y proyecciones a partir de las muy especiales condiciones sexuales, familiares y económicas de la vida burguesa en la Europa central y occidental entre, digamos, los años 1880 y 1920. Hasta el punto de que, tal como pronto pusieron de manifiesto conocidas críticas como las del antropólogo Malinowski, el modelo freudiano del impulso y la represión del instinto no se aplican a las sociedades matriarcales o a los sistemas de parentesco distantes de la norma europea."
Según Freud, el complejo de Edipo era el resultado de luchas internas que modelaban, mediante enamoramientos, deseos reprimidos, envidias, proyecciones e identificaciones, una parte importante del inconsciente individual, en base a las relaciones del triángulo familiar padre-madre-hij@, un triángulo aparentemente universal.

¿Contribuiría el sistema matrilineal/matriarcal a un desarrollo menos agresivo de la psique masculina y, por tanto, mejor integrada en el entorno afectivo y con menos brotes de agresividad descontrolada?
¿La ausencia de la figura del padre autoritario y paternalista, y su sustitución por otras figuras menos dominantes y posesivas (tío/s, amigo/s de la madre, hermano/s,...) serviría de cortafuegos a la perpetuación del patriarcado y su inherente violencia endémica?
En términos generales, y siendo consciente de posibles excepciones, intuyo que la respuesta a dichas preguntas es afirmativa.

El patriarcado asigna a un solo individuo, un hombre, la función socializadora:
Como bien indica la palabra, el "patriarcado" sitúa la figura del padre como un sujeto necesario para la formación de l@s hij@s, llegando incluso a censurar, sustituir o negar la autoridad materna. Con ello se introduce, entre la madre y el hijo, una tercera persona, un señor barbudo que se proclama cabeza del triángulo familiar, y defiende tener la función de aportar "algo" que la madre supuestamente no puede aportar por estar demasiado involucrada afectivamente con sus hij@s: el respeto a un orden social establecido, por encima del amor y la libertad para expresar ese amor. Aquí, el modelo freudiano tiene validez.

En cambio, si defendemos legítimamente un modelo no sexista de padre, éste debería estar ahí para cooperar con la madre, en pie de igualdad, repartiendo las labores bajo consenso y guiados por un diálogo constante que permita un proyecto familiar sano para el crecimiento espiritual de l@s niñ@s. Pero esta definición utópica del padre dista mucho de la realidad, y se parecería más a un amigo de la madre que a la idea clásica de padre. Entonces, seamos valientes, dejemos de hablar de padres (por las connotaciónes patriarcales del término) y hablemos de amigos. Pero... ¡vaya! ¡si ya no usamos la palabra padre, nos estamos cargando el patriarcado! Una sociedad con muchos amigos de mujeres y pocos padres de sus hijos, ¿dónde se ha visto? Menudo escándalo... pero ahí está gran parte de la solución al problema de la violencia.

El padre clásico está ahí para perpetuar el patriarcado y todo un orden androcéntrico. El padre ha sido un hombre que no tiene bastante con ser amigo de la madre de sus hij@s. Ha creído tener derechos sobre ellos, incluso más que la madre. Se ha apropiado de la socialización de su descendencia, cuando esta labor puede ser perfectamente realizada por la madre, amigos, tíos,... y la sociedad en su conjunto.
La idea del padre como hipóstasis, como único principio de socialización en la familia, es otra creencia artificial a la que se nos ha acostumbrado tras siglos de patriarcado, y se ve reforzada por un contexto social y una religión que lo presenta como "natural" e incluso idílico. Parece que la existencia de unos pocos "buenos padres" ya sea suficiente para sacralizar ese título, olvidando a tantos y tantos "padres" egoístas, violentos, borrachos, maltratadores, mentirosos, prepotentes o impresentables. Precisamente, los padres-amigos no encajamos ni en el modelo freudiano ni en el cristiano-oficial, somos demasiado blandos y desmontamos sus teorías. En realidad, no deseamos ser padres, somos amigos de la madre y de sus hij@s, aunque todos sigan llamándonos "padres".

No quiero ser malinterpretado: cada cual puede usar el término que desee, y la palabra "padre" no dejará de usarse por mucho que nos empeñemos. Ojalá ganara una buena reputación. Sólo intento decir que un modelo de padre-amigo destruiría el modelo previo donde el padre-enemigo estaba legitimado y perpetuaba el orden patriarcal. Y también digo que la función socializadora recae en el conjunto, no sólo en un hombre.
Creo que debemos resituar al padre en el lugar que le corresponde, el del mejor amigo de la madre o la mujer a la que ama, sin competir con ella y los hijos como argumentaba Freud.

Aquí he hablado de la familia heterosexual, pues es el modelo al que Freud hace referencia. Pero no me olvido de otros modelos de familia diversos que, cuando crean un hogar que aporta cariño y seguridad a l@s niñ@s, me parecen tan legítimos como cualquier otro modelo familiar.
Deben denunciarse aquellas familias que introduzcan en el inconsciente individual (y por extensión colectivo) de sus hij@s traumas y complejos totalmente gratuitos que faciliten la aparición no deseada de sentimientos negativos en el futuro.
No a la violencia en las familias, sean del tipo que sean.
Sea bienvenida cualquier familia que eduque en el diálogo y la madurez a sus hij@s.

Habrá quien diga que me alejo de la moral cristiana oficial, y tiene gran razón. Porque la moral cristiana no puede seguir absolutizando unos postulados que se sitúan por encima de su principio fundamental: el amor universal. Es decir, el modelo de familia clásico padre-madre-hij@s no es la consecuencia lógica ni natural del amor universal y liberador del que nos hablaba Jesús. Ése es un razonamiento contaminado por el pensamiento greco-romano y el patriarcalismo de casi todas las culturas europeas.