9 de febrero de 2010

Una sociedad sin matrimonio


He tenido el placer de conversar vía e-mail con John Lombard, canadiense fundador de la Mosuo Cultural Development Association, organización destinada a financiar proyectos para proteger la especificidad cultural de esta etnia matriarcal china. En ese país ha trabajado durante años, y su pasión por la diversidad cultural se vió gratamente sorprendida por el descubrimiento de la etnia Mosuo. Muchos compartimos la fascinación por esta cultura matriarcal de reciente divulgación, con sus virtudes y sus problemas. Tal es el fin de su asociación, proveer a dicha sociedad de los bienes materiales y culturales básicos para su autonomía y supervivencia, siempre dejando en manos de las Mosuo la toma de decisiones.
Tiene dificultades para aceptar donaciones desde el exterior de China, debido a la complicada política del país y la vigilancia del gobierno chino sobre las ONGs.

He traducido sus palabras del inglés:

He escuchado todo tipo de opiniones sobre el matrimonio: los que piensan que la monogamia es la norma apropiada, los que piensan que el matrimonio es una herramienta de opresión de la mujer, los que se aterrorizan nada más pensar en la poligamia, quienes ven la poligamia como algo natural,…

Pero todas las sociedades del planeta tienen algún tipo de matrimonio, por el cual se idealiza una unión estable para toda la vida, acompañada de ceremonias para “bendecir” a hombre y mujer, o demás variantes. Sociedades que educan a la infancia desde temprana edad en tales ideales, hasta el punto de confundir el matrimonio con algo connatural al ser humano. Las formas en que se da el matrimonio pueden diferir entre culturas, pero éste aparece en todas ellas.

Se cumple, menos en una cultura excepcional, los Mosuo, una minoría étnica china que vive en la cordillera del Himalaya, cerca del borde con el Tíbet. En 2005 creé una organización no lucrativa para trabajar con los Mosuo, centrándonos en varios aspectos (educación, desarrollo, etc…), pero también promoviendo la concienciación sobre lo único de esta cultura y ayudando a conservar su especificidad.

En la cultura Mosuo no existe el matrimonio, ni ceremonias matrimoniales. No se espera de las parejas que se unan de por vida. A los niños y niñas se les educa sin expectativas de encontrar una pareja ideal, y muy a menudo ni saben quien es su padre (ni les importa).

En la cultura Mosuo, hombres y mujeres pueden cambiar de pareja y elegir a su gusto. La monogamia no se considera algo especialmente deseable. Viven en grandes comunidades familiares, con varias generaciones (abuelos, madres, niñ@s, niet@s,...) todas viviendo bajo un mismo tejado. Los varones duermen en habitaciones comunes (no disponen de habitaciones individuales); sólo las mujeres tienen el “lujo” de disponer de habitación privada. Así pues, las mujeres son quienes detentan el control de las relaciones.

Tradicionalmente, una mujer Mosuo invitará al hombre a pasar la noche con ella. Él acudirá a su casa de noche, de incógnito, a través de la ventana (forma parte de su cultura el que todos sepan lo que ocurre, pero se hace como si no ocurriera), pasando la noche, y luego marchándose al amanecer antes de que todos despierten. De ahí el término “matrimonio andante”, porque el hombre debe andar desde y hasta su casa cada noche.
Los matrimonios andantes de los Mosuo suelen ser el aspecto más interesante –y peor interpretado- de la cultura Mosuo. La gente suele sentirse fascinada por ello, pero abundan los malentendidos.

Uno de los errores más extendidos es pensar que los Mosuo son muy promiscuos, cambiando de pareja constantemente. Eso no es cierto; de hecho, muchas parejas Mosuo duran muchos años, incluso décadas. Nadie estigmatiza a quienes cambian de pareja a menudo, pero lo más habitual entre los Mosuo es lo que se llama “monogamia serial”. Es decir, no se apegan a una pareja para toda la vida, sino que cada relación dura un tiempo y normalmente no admiten relaciones múltiples mientras ya están en una.

Los aspectos más fascinantes sobre los matrimonios andantes son:

Incluso entre parejas que llevan años o décadas, nunca llegan a vivir juntas o compartir propiedades. El varón continúa viviendo en casa de su familia, ante la que responde de todo. La mujer también continúa viviendo en su casa, ocupándose de su familia. El hombre la visita cada noche, pero el resto del tiempo viven separados.

¿Y si tienen un bebé? En general, los padres no tienen ninguna responsabilidad por los niños que nacen de tales uniones. El bebé será educado en casa de la madre y formará parte de su familia, no de la del padre. Sin embargo, eso no exime a los hombres de responsabilidad hacia l@s niñ@s de su familia. Se sustituye el objeto de su responsabilidad.

En la mayoría de culturas, el padre debe responsabilizarse de sus propios hijos; en la cultura Mosuo el hombre se responsabiliza de l@s hij@s de sus hermanas, sobrinas, tías,… Así pues, los hombres siguen participando en la crianza de los más pequeños, incluso puede que más, ya que pueden terminar compartiendo responsabilidades sobre muchos más miembros de su familia.

Ahora bien, en algunos casos, los hombres Mosuo sí desean involucrarse en el cuidado de sus hijos. Si ése es el caso, tras su nacimiento, el padre irá a casa de la madre, y presentará regalos a la matriarca de esa casa, pidiendo ser aceptado como el padre de esa criatura. Si la matriarca le acepta, pasa a ser miembro “honorario” de la familia, con derecho a visitar y/o permanecer allí como cualquier otro miembro de la familia, participando en la educación del niño. Sin embargo, no es algo frecuente.

Aunque suene extraño en un principio, en realidad l@s niñ@s disfrutan de una estabilidad remarcable. Para empezar, no son educados solamente por un padre; todos en la comunidad familiar comparten el rol paterno, con lo cual cada niñ@ termina teniendo múltiples figuras paternas y maternas.

Más aún, si padre y madre rompen su relación, no existe ningún impacto emocional para la criatura. No hay discusiones sobre el reparto de propiedades, porque nunca han compartido nada. Nadie discute por la custodia de los niños, porque desde un principio nunca han “pertenecido” al padre. Las relaciones que tenga la madre con varios hombres pueden cambiar, pero no tienen repercusión sobre los niños.

Algo más que deseo remarcar: mientras este tipo de relaciones funciona muy bien para los Mosuo, sólamente funciona cuando hay una gran comunidad familiar que se haga cargo de la infancia. Aquellos Mosuo, hombres o mujeres, que abandonan sus familias para encontrar trabajo fuera, casi siempre eligen el matrimonio tradicional. Después de todo, cuidar de un bebé sin el padre, cuando tienes a veinte personas en casa para echar una mano, es una cosa totalmente distinta a tener un bebé y cuidarlo sola.


Cultura matriarcal
Los Mosuo son una cultura matriarcal y matrilineal, donde la mujer es la cabeza de la casa, y la línea familiar parte de la madre. Antes de visitar esta cultura matriarcal, yo daba por supuesto que los varones serían algo menos “machos”, sumisos o incluso afeminados.

Sin embargo, los hombres Mosuo son muy masculinos, al estilo de unos cowboys del Himalaya. Cuando fui por primera vez, pregunté a varios de ellos qué les parecía que las mujeres estuvieran a cargo de la casa, el dinero, las decisiones, etc. La mayoría contestaron que no era ningún problema: los varones tenían músculos, por eso realizaban el trabajo que requería fuerza muscular; y las mujeres tenían cerebro, así pues, ellas se dedicaban a la organización y al cálculo.
Resulta interesante ver cómo, a diferencia del resto de culturas en el mundo, las mujeres Mosuo superan con creces a los varones Mosuo en las materias matemáticas y científicas. Una prueba más de cómo los estereotipos de género influyen en el desarrollo de las niñas y niños.


Las relaciones de pareja

Existen muchas formas de interacción durante el día, semejantes al resto de culturas: flirteo, agarrarse de las manos, etc. Son formas visibles y públicas de una relación. Pero en lo referente al sexo, éste sólo tiene lugar en el dormitorio de la mujer, y tiende a practicarse “de incógnito” (algo bastante curioso, pues a pesar de esta libertad para cambiar de parejas, los hombres aún deben esconderse para no ser vistos por la familia de la chica)

Tradicionalmente, el interés de una mujer por un hombre se hace saber de dos maneras. La primera, durante el baile (se baila en grandes grupos) o eventos sociales, haciendo cosquillas en la palma de su mano con el dedo índice. Los hombres pueden tomar alguna iniciativa como presentar su cinturón a una chica. Si a ella le interesa, lo colgará de su ventana, indicando que le invita a pasar la noche con ella.

En otros muchos casos, lo hablan directamente, y preparan la cita oportuna.


Religión:

Sobre su religión, actualmente practican dos cultos: su propia religión nativa, llamada Daba, de carácter animista y de culto a los ancestros; y el budismo tibetano.

En el día a día, el budismo tibetano juega un gran papel. Monjes budistas se dejan ver por las calles, hay monasterios para enseñar y acoger a los monjes, banderas de oración ondean de las ramas de los árboles, ancianas pasean girando los cilindros…

Daba se practica de manera más ritual: nacimientos, muerte, enfermedad,… el sacerdote Daba, sin embargo, siempre es un hombre.



El nacimiento de la asociación:

Las culturas son mi mayor interés. Estudié antropología comparada en la universidad, y he trabajado para una consultoría cultural en China durante los últimos diez años. Había oído hablar de los Mosuo desde hacía tiempo, pero no era fácil trasladarse a su zona debido a la geografía.
Por supuesto, estaba fascinado por tantos aspectos únicos de esta cultura, pero también por lo duro que estaban trabajando para mejorar su situación, especialmente la de su infancia. No son gente que viva sentada en espera de subvenciones, sino que trabajan duro para conseguir sus objetivos, realizando tremendos sacrificios personales. Simplemente, carecían de recursos suficientes para ir más allá de la dura subsistencia, lo cuál los hacía muy vulnerables frente a influencias externas.
Muchas aldeas Mosuo aún carecen de electricidad y agua corriente. Muchas carreteras son para caballos. Viven como hace cien años, muchos de ellos. Suelen ganar entre 100 a 200 dólares al año, lo cuál es un problema, pero me hizo pensar en cuánto podía hacerse con poco dinero.

De vuelta a Pekín decidí hacer algo para ayudar a esa gente. Habían cautivado mi corazón. Pero yo no quería ser el típico forastero que impusiera su opinión sobre la forma en que debían encarar el futuro. Así pues, seis meses más tarde, me reuní con sus líderes Mosuo en materia de educación, cultura, gobierno… y les propuse crear una organización de la que ellos estuvieran al cargo. Ellas decidirían las prioridades, marcarían los objetivos, y supervisarían todos los proyectos.
Ésta es la prioridad de la asociación: que sean ellas mismas quienes marquen sus prioridades, y ayudarles a conseguir los recursos necesarios para cumplir sus objetivos.

Se trata de SU cultura y de SUS vidas. Yo les presto la libertad para elegir por sí mism@s. Creo que la mayoría de ellos tiende a buscar el equilibrio entre su cultura matriarcal y las influencias positivas del mundo exterior.

John Lombard
Lugu Lake Mosuo Cultural Development Association

(Palabras de John Lombard tomadas de aquí , y traducidas por Matriarcal con permiso de su autor)