7 de marzo de 2010

Maternidad y vida religiosa, ¿mundos aparte?

(La inocencia, de Bouguereau)

Ya sé que puede parecer un contrasentido intentar integrar maternidad y vida consagrada, pero a veces lo aparentemente absurdo abre nuevos horizontes.
Mi intención aquí no es frívola, ni pretendo faltar al respeto de las religiosas. Al contrario, sólo quiero aportar una reflexión y abrir la mente.

Mucho menos deseo poner en duda una opción de vida como el celibato: me parece una decisión dignísima y una puesta en práctica radical de la libertad personal. Más digna incluso que muchos matrimonios poco tomados en serio, en los que no existe la amistad verdadera.

Simplemente me planteo la pregunta... ¿y si una religiosa quedara embarazada, libremente? En serio, no pretendo que parezca una pregunta ofensiva.

Siempre se habla de la "maternidad espiritual" de las religiosas, pero... ¿es la vida consagrada de verdad algo incompatible con la maternidad biológica?

Voy a ofrecer dos respuestas posibles a esa pregunta:

A) Respuesta tradicional "patriarcal":
- El embarazo de una monja es un problema grave.
- El derecho canónico no lo permite, identificando celibato y continencia (Art. 599).
- Debería dar explicaciones.
- Esa religiosa no puede seguir viviendo en la comunidad religiosa.
- Ha roto un voto: ha infrigido una norma, le ha sido infiel a Dios y a la comunidad.
- Ha pecado: el sexo fuera del matrimonio no es querido por Dios.
- La comunidad se desentiende de la futura madre y su hijo.
- Es incluso preferible que una religiosa luche por el sacerdocio femenino que por la libre maternidad.

B) Mi respuesta "matriarcal":
- Todo embarazo libremente consentido es una bendición.
- El derecho canónico, ardiendo en la chimenea, serviría para dar calor a madre y bebé durante los momentos de lactancia. Cristo nunca habló de laicos y sacerdotes, de monjes y seglares, nunca distinguió entre "identidades espirituales", ni creó la absurda división de las "vocaciones" (en este tema me explayaré a gusto en otra ocasión). La palabra "vocación" ha sido usada a menudo en el pasado como eufemismo de "casta".
- Nadie le pediría explicaciones a una mujer si ésta acepta libremente quedarse embarazada.
- La comunidad celebraría la llegada al mundo de esa criatura con alegría. Eso sí, es responsabilidad de la madre tener la seguridad de que podría compaginar su labor como madre con sus deberes comunitarios.
- El celibato es una afirmación de la independencia personal, la decisión de no tener pareja estable o cónyuge. Sin embargo, no significa que una persona prometa abstinencia eterna, se declare asexuada, renuncie a la intimidad o a la maternidad. Por tanto, mientras no se ate a una persona en exclusiva, no ha roto ningún voto, y no le ha sido infiel a nadie.
- El sexo con amor nunca es pecado. Dios bendice a toda mujer que desee ser madre libremente, consciente de su responsabilidad. Si es un acto de amor, está por encima de cualquier norma.
- Una comunidad religiosa y auténtica de iguales podría ser un contexto genial para el desarrollo emocional de esx niñx. La comunidad sería la figura paterna perfecta. Crecería arropado, protegido y amado, además de conocer desde su nacimiento los valores de la solidaridad y el perdón. Sin posesividad, sin autoritarismo, con una educación práctica, lejos de las garras del consumismo.
- Puede ser el comienzo de una nueva forma de vida consagrada, un ejemplo para la sociedad, y la culminación espiritual del ecofeminismo.
- Maternidad y sacerdocio femenino tampoco serían incompatibles. No habría restricciones al amor.

Aspectos "problemáticos" (para escandalizar un poco...):
- La figura del padre perdería relevancia frente a la autonomía de la mujer para ser madre (¡una sociedad sin padres, menudo drama!).
- Este tipo de vida pondría en evidencia el matrimonio clásico (¿no era tener hijos monopolio de los laicos?).
- Las comunidades de religiosxs reproducirían en sus hijxs valores opuestos a los capitalistas y consumistas reinantes. Es una grave amenaza para el capitalismo dejar que monjes y religiosas empiecen a procrear (o adoptar) y educar niñxs en la solidaridad, el ecologismo y la conciencia matrística. Además, ¿cómo podrá mofarse de ellxs la sociedad, ahora que ya no serían unos "reprimidos" sexuales? (lo digo irónicamente, no es esa mi opinión de ellxs).
El celibato sin continencia obligatoria y abierto a la maternidad sería algo mucho más evangélico que el matrimonio. Las comunidades de religiosas están, aunque no se les permita desde arriba, mucho más cerca de hacer realidad el sueño feminista que la mayoría de mujeres "casadas". Sólo hay que replantear la sexualidad de una forma adulta.
- Los claustros se llenarían de alegría infantil, la dignidad de la maternidad sería de nuevo recuperada para la mujer, y los hombres por fín aprenderíamos a ser más humanos.

En serio, cuando opino que la humanidad necesita de lo comunitario, lo espiritual y lo matriarcal, quienes mejor pueden encarnar ese ideario son personas con un profundo sentimiento espiritual y un deseo máximo de libertad. Personas lo suficientemente valientes como para dejar de lado el sistema hegemónico capitalista e iniciar un camino movido por una sola vocación: la de ser plenamente humanos.

...bueno, dejemos de soñar. Volvamos a la rutina diaria. O alguien terminará pensando que estoy loco...