7 de marzo de 2010

También SOY MUJER.

Aunque parezca que la locura me ha poseído, no temáis.

Es mi forma de celebrar el
Día Internacional de la Mujer,
8 de marzo.

Declararme también mujer.

Peluda, musculada, sin útero...

Sólo estoy jugando con el lenguaje y lubricando las oxidadas bisagras de nuestra razón.

Quienes sepan de poesía sabrán a qué me refiero.

En otro escrito ya comenté que en el fondo, todos somos mujeres.

Descubrirlo es una experiencia única.

Sólo puede comprenderla quien se aventura a hacerlo.

Por lo que a mí respecta, ha sido un descubrimiento sin precedentes, y no hay vuelta atrás.

Me ha reconciliado conmigo mismo.

Si soy mujer, y amo a una mujer con todas mis fuerzas, también soy lesbiana.

Ser varón heterosexual y mujer lesbiana, simultáneamente, es posible, porque en realidad es lo mismo.

Lo certifico.

Desde esta verdad todo se contempla distinto.

Todo consiste en saber distanciarse, desde el interior, romper los límites de la razón, contemplarse a uno mismo desde la alteridad, relativizar todas las distinciones hasta el absoluto, incluídas las sexuales, para encontrar el punto de unión con todo.

Varones, pensemos por un instante en cómo hubiera sido nuestra vida si en vez de nacer hombre hubiéramos nacido mujer.

Mi orientación sexual no ha cambiado, ni mi apariencia física, ni me muevo o me visto de forma distinta, ni deseo ser algo distinto de lo que soy.
Sigo siendo el de siempre.

Pero ya no soy el mismo.

El sexo masculino es mi sexo más visible, y el femenino está muy bien disimulado, pero está ahí, innegablemente.

La experiencia del andrógino:
oculta en una larga tradición,
reflejada en los mitos, en la poesía, en la mística.

El arte de trascender lo superficial,
lo que nos divide,
para descubrir lo que nos une.

Miráos en el espejo.



¿Qué véis?

Día de la mujer, nuestro día.

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