8 de septiembre de 2010

Sobre padres y nuevas paternidades.

Traducido del artículo Are fathers necessary?
Referencia: Anne of Carversville Blog

¿SON LOS PADRES NECESARIOS?
Pamela Paul, The Atlantic

Ejemplo de padres innecesarios.

Incluso los padres más hundidos por la recesión y similares hombres venidos a menos pueden mostrarse satisfechos en su rol esencial de "padre". Los padres, anunciaba Barak Obama en su discurso del día del padre de 2008, son "importantes" en los fundamentos de cada familia. "Ellos son maestros y entrenadores. Son mentores y modelos sociales. Son ejemplo del éxito y son aquellos que constantemente nos impulsan a mejorar".

Nada de esto podría parecer polémico. Igual que tampoco lo son las siniestras estadísticas que Obama recitó de una tirada sobre niños que crecen sin papá: cinco veces con más probabilidad de vivir en la pobreza y ser un criminal, nueve veces más de absentismo escolar, y veinte veces más de ir a la carcel. Obama estaba citando un estudio comunmente aceptado y constantemente actualizado.

Obama, él mismo un niño sin padre, es claramente un caso excepcional y aislado. No como el resto de sin padres: insuficientemente amamantados, aptos para desarrollar desórdenes de hiperactividad y falta de atención, incapaces de crear lazos seguros, faltos de autoestima, propensos a accidentes, asmáticos, gordos.

Las madres feministas liberales -ansiosas por la participación de nuestros compañeros emocionalmente desarrollados y entusiasmados con los pañales durante la agotadora etapa de la crianza de los niños- están preparadas para confrontar estos datos. Los papás, les decimos a nuestros maridos, son influencias esenciales sobre los niños, fuente de beneficios únicos.

Sólo hay un problema: nada de esto está demostrado. En el número de febrero del Journal of Marriage and Family, Judith Stacey, profesora de sociología de la Universidad de Nueva York, y Timothy Biblarz, un demógrafo de la Universidad de California del Sur, confirmaron los datos disponibles sobre el papel de los roles de género en la educación de los niños.
Como apuntan Stacey y Biblarz, nuestra idea de lo que los papás hacen y proporcionan están basadas principalmente en comparaciones entre parejas casadas y familias monoparentales (madres solteras): un ejercicio de manzanas-naranjas que combina indiscriminadamente género, orientación sexual, estado marital y relaciones biogenéticas, de una manera que no se daría en una verdadera comparación basada en el género, una que comparase a las parejas gay-lesbianas con las parejas heterosexuales, o a padres solteros frente a madres solteras. La mayoría de los estudios no distinguían entre el padre y el aporte monetario de éste, o entre la presencia de un padre y la presencia de otrx compañerx de la madre, sin considerar su género.

Basándonos en estudios comparativos, podríamos concluir: las madres solteras tienden a involucrarse más, proponer más normas, comunicarse mejor, y sentirse más cercanas a sus hijxs que los padres solteros. Ellas tienen menos dificultades para monitorizar las preocupaciones de sus hijxs, sus amistades, y su progreso escolar. Sus niñxs rinden mejor en los exámenes y obtienen titulaciones más altas, y los adolescentes de madres solteras en realidad están menos dispuestos a delinquir o abusar de sustancias que aquellos de padres solteros.

La calidad de la paternidad, afirman Biblarz y Stacey, es lo que realmente importa, no el género del "padre". Pero el auténtico reto al que se enfrenta nuestra noción de padre "esencial" es el de la "madre lesbiana". En general, las parejas lesbianas pasan más tiempo con lxs niñxs que los padres. Tienen discusiones con sus hijxs con menor frecuencia que las parejas hetero, y valoran satisfactoria y compatiblemente su labor coeducativa. Sus hijxs perciben a sus madres como más disponibles y más dignas de confianza que lxs hijxs de heteros. Incluso discuten más sobre temas emocionales con ellas. Tienen menos problemas de comportamiento, se esfuerzan y muestran más interés en la escuela.

Según Stacey y Biblarz, "dos mujeres que eligen convertirse en padres, juntas proporcionan una doble dosis del modelo femenino de madre de clase media". Y concluyen, "basados estrictamente en la ciencia publicada, uno podría demostrar que dos mujeres son mejores padres en general que un hombre y una mujer, o al menos que un hombre y una mujer que dividen sus tareas tradicionalmente."

(...)

Las malas noticias para los padres: a pesar de la percepción común, no existe nada objetivamente esencial sobre su contribución.
La buena noticia es que nos hemos acostumbrado a ellos.