23 de diciembre de 2010

Sociedades sin prostitución.

¡Lo que más me fascina de las sociedades matriarcales es que en ellas no existe la prostitución!

Es la parte más digna de estudio de esas sociedades.

Durante toda mi infancia-adolescencia he vivido familiarizado con la prostitución. De camino a la escuela, la acera de mi callejón estaba plagada de condones usados. De noche, era fácil encontrar a "clientes" disfrutando de una felación en el asiento del coche, justo ante el portal de mi casa. Mi madre lanzó algún cubo de agua por el balcón para ahuyentarlos, hará décadas. Sí, mi pequeño callejón, antes rodeado de "clubs" y "pubs", sigue siendo frecuentado por ese tipo de "clientela",... aunque ahora en locales más "discretos", envuelto en un halo de respetabilidad.

"Las mafias de trata de mujeres tienen esclavizadas a más de 300.000 personas en España" (20 minutos)

Siento compasión por las mujeres que sufren esa vejación estructural, y nunca se me ha pasado por la cabeza insultarlas o llamarlas "putas", palabra que he desterrado de mi léxico. Porque ellas sufren lo que ellos disfrutan. Por los "clientes" y "empresarios" de ese mercado no siento ninguna lástima: aunque ellos también sean víctimas de una educación patriarcal, siguen aprovechándose de su posición de poder. Algunos las quieren convencer de que ejercitan su libertad sexual y tienen derecho a ser trabajadoras del sexo. Pero ellos parecen olvidar que no existe el "derecho" a comprar el cuerpo de otrx.

La sexualidad, algo que las sociedades patriarcales siguen considerando una mercancía, los matriarcales la consideramos algo "sagrado", es decir, no comerciable.

En las sociedades matriarcales sí hay lugar para el sexo adulto, para el erotismo, para la fantasía y el placer compartidos, pero sin perder de vista que el sexo de pago malcría a los hombres: se les premia cuando puede que no lo merezcan en absoluto. Allí, las mujeres eligen bien a sus compañeros de cama. Un machista o misógino nunca debería recibir favores sexuales de una mujer, ni siquiera a cambio de dinero. El sexo, en vez de ser una mercancía, es toda una pedagogía por la cual se educa al varón en aquellos valores que benefician a toda la comunidad. Incluso en la cama. Sin concesiones, sin excepciones, conscientes de que de ello depende el correcto equilibrio de toda la sociedad.

Debemos recuperar esa pedagogía sexual, empezando por enseñarle al hombre patriarcal que masturbarse no equivale a fracaso. En mis años mozos recuerdo a ciertos agentes patriarcales extendiendo grandes sentimientos de culpa acerca del sexo en solitario, mientras no decían nunca nada acerca del sexo de pago. Pero este tema ya lo abordaré en otra ocasión...

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