10 de agosto de 2011

Es el momento oportuno.

Artículo escrito por Francesca Rosati Freeman para Universitá delle Donne.
Traducido por Matriarcal.

¡Es el momento oportuno!

"Es el momento oportuno" es el título de la Conferencia celebrada en St.Gallen (Suíza) del 12 al 15 de mayo de 2011. No hay ningún título más apropiado, en un momento en que nuestro planeta está atravesando uno de los períodos más catastróficos de la historia, debido a la irresponsabilidad de los que nos gobiernan y la competitividad sin freno de este sistema económico mundial; y nunca más que ahora se escucha esta necesidad de cambio. Para las mujeres que participaron llegó el momento de recuperar lo que el Patriarcado arrebató. No menos de 500 personas, casi todas mujeres, han ocupado durante tres días el Salón Congreso de Thonhalle, en cuyas paredes fueron suspendidos a modo de banderolas las efigies de diosas de la antigua Europa, símbolos del culto de la Gran Diosa Madre, que comienza en el Paleolítico.


Ha sido el tercer Congreso Internacional sobre Estudios Matriarcales después del organizado en Luxemburgo en 2003 y del celebrado en Texas en 2005, ambos bajo la dirección de la Academia Hagia y el Centro de Estudios de la Economía de la Donación.

La Conferencia ha sido organizada y dirigida por Heide Goettner-Abendroth, filósofa alemana, investigadora, fundadora y directora de Hagia desde 1986, Academia Internacional de Estudios Matriarcales y espiritualidad matriarcal de Alemania; y por Cécile Keller, Suíza, codirectora de Hagia desde 1997, ginecóloga e investigadora de la medicina matriarcal.

La Conferencia contó con la presencia de mujeres de todo el mundo: investigadoras, profesoras universitarias, mujeres pertenecientes a matriarcados, escritoras, autoras, artistas, periodistas, etc... para compartir sobre un mismo tema: el modelo de sociedad matriarcal, un modelo de sociedad no violenta, configurada alrededor de los valores maternos, basado en la igualdad de los sexos, la toma de decisiones por consenso y una forma de espiritualidad que identifica la divinidad con la naturaleza, valores que deben proteger nuestro planeta de la destrucción a manos del patriarcado.

Las organizadoras han asegurado un justo equilibrio entre ejemplos prácticos de matriarcados, perspectivas teóricas e intelectuales.

"La Madre Tierra es valiosa. La explotación y la contaminación deben cesar inmediatamente". Ésta es la demanda de las mujeres que se definen a sí mismas como "madres e hijas de madres".

"El mundo cambia y empeora rápidamente", recoge el "Manifiesto" escrito por un grupo internacional de veinte mujeres especializadas en sociedades matriarcales del pasado y del presente.

"¿Acaso no lo vemos? ¿Permaneceremos calladas? Estamos asistiendo a una serie de terribles cambios acelerados a diferentes niveles: la radiación contamina el mar, el aire y el suelo; la Madre Tierra nos sorprende en Haití, Nueva Zelanda y Japón porque antes no escuchamos sus gritos en Nueva Orleans y Tailandia; las mujeres son aplastadas bajo una pesada carga; hombres y niños emigran en busca de supervivencia y esperanza; los combatientes por la libertad son sacrificados y perseguidos; la explotación de los recursos de la Madre Naturaleza no tiene fin; los tesoros y la sabiduría de los pueblos indígenas son saqueados para beneficio de las grandes empresas; unos pocos ejercen poder sobre muchos; el fascismo se expande como un fuego escapado de control; guerras innecesarias e interminables continúan en diversas partes del mundo; muchos son los fieles de la religión del todopoderoso Dólar. Nos acercamos al borde del precipicio por una enfermedad llamada patriarcado capitalista.

Nosotros, los humanos, hemos herido a la Madre Naturaleza de muchas maneras: alterando el equilibrio natural, profanando la tierra y el agua, el cuerpo y la dignidad de las mujeres, los niños, los trabajadores y los pueblos indígenas. Es hora de detener esta locura: ¡Hay que tomar otros caminos! ¡Basta de destrucción! ¡Basta de energía nuclear! ¡La guerra no es nuestro idioma! ¡No toleramos más violencia contra la naturaleza y la humanidad! ¡La vida es preciosa! ¡La naturaleza es valiosa! ¡Una sociedad de paz es posible, y HOY le damos inicio! ¡Nosotras, que somos madres e hijas de madres apoyamos la economía de la donación que siempre hemos practicado, los valores maternos del cuidado, la alimentación, la responsabilidad, la construcción de la paz y la redistribución, practicada por todas las comunidades indígenas y matriarcales que viven en armonía con la Madre Tierra! Hacemos un llamamiento a todas las naciones a deponer las armas, a desmantelar las instalaciones nucleares, a poner fin a la destrucción de la naturaleza, a limpiar el agua, el suelo y el aire AHORA".

La solución a estos problemas reside en el modelo matriarcal, nos dicen por unanimidad las ponentes de este tercer Congreso Internacional que, llegadas de todo el planeta, exponen sus experiencias, sus investigaciones, sus estudios y políticas matriarcales, que consisten en la creación de una sociedad pacifista marcada por la igualdad entre los géneros.


Ejemplos de este tipo de sociedad existen desde hace milenios a pesar de los persistentes intentos por parte de diversos gobiernos para hacerlos desaparecer o aislarlos, como la sociedad Khasi, en el noreste de la India, que están recibiendo el impacto negativo y las consecuencias de la globalización. Patricia Mukkim, periodista y editora de The Times de Shillong en Meghalaya (India) y Directora del Centro de recursos de la Mujer en Shillong, nos explica cómo la globalización ha puesto un precio a todo lo que se consideran recursos básicos (tierra, agua, bosques, minerales, etc..) y cómo los hombres han reemplazado a las mujeres en la negociación de compra y venta, volcando las normas sociales existentes y marginando el papel de las mujeres y sus derechos. Mientras, la familia matricentrica hoy se ve comprometida por el cristianismo y el régimen político.

Y aunque ningún representante de los Mosuo estaba presente en esta ocasión para hablar de su comunidad, podemos decir que su pueblo está experimentando las consecuencias negativas de la mundialización. Esta sociedad matriarcal del suroeste de China durante milenios ha demostrado una tenacidad incomparable y resistencia a las presiones del Gobierno para transformar a esta cultura "anormal" y abandonada al "libertinaje" para asimilarla al modelo patriarcal dominante. Hoy el turismo, principalmente chino, está cambiando la economía solidaria de esta sociedad en una economía capitalista global que es incompatible con la organización socio-familiar basada en la economía de la donación y la no viabilidad del matrimonio, considerado un ataque contra la propia familia. Los inversores extranjeros están construyendo hoteles de lujo con vistas al lago, considerado sagrado por los Mosuo. La destrucción de la naturaleza está abriéndose paso: la construcción de un túnel para facilitar el acceso de los turistas está haciendo contraer las montañas circundantes y el control económico de la región se evade de las manos de los Mosuo para caer en manos de extranjeros. (Francesca Rosati Freeman, Bienvenida al país de las mujeres, 2010).

Junto con estos ejemplos de sociedades antiguas actualmente en plena transformación-destrucción, hay ejemplos de sociedad matriarcales que están intentando actualizar lo que habían perdido. Barbara Mann es miembro del Clan Oso en Ohio, experta militante en movimientos Nativos Americanos, nos habla de la reintroducción en sus tierras del buffalo, ahora en expansión. Barbara también habla de las culturas indígenas de Ohio, cuyos principios son en gran medida opuestos a los europeos: la Tierra es nuestra Madre, y en cuanto hijas suyas, únicamente las mujeres tienen la tarea de controlar y distribuir los dones que la Madre Tierra tiene que ofrecer. Sus ancestrales tierras, antes puestas en venta por los europeos, ahora son celosamente readquiridas por jóvenes mujeres Cherokee del Clan del Ave de Ohio.


La sudafricana Bernedette Muthien nos habla de la sociedad matriarcal KhoeSan, basada en la igualdad entre los géneros, en la no violencia, amor, compasión, confianza y respeto.


Otro ejemplo positivo es el de Juchitán, estado de Oaxaca, en México, un grupo étnico que se caracteriza por estar orgulloso de la fuerte presencia de mujeres Zapotecas y una alta estima por el papel de la madre: "vender y comprar o intercambiar algo es parte de nuestra forma de vida no sólo en el sentido estrictamente económico. Somos parte de una red social que permite compartir cariño, apoyo, sabiduría, conocimiento, habilidades, aspiraciones, nos hace sentir vivos y nos da la seguridad de saber que pertenecemos a una comunidad", dice Marina Meneses, militante en diversas asociaciones para la preservación del patrimonio ecológico y cultural de la región de su lugar de nacimiento. Todo esto es posible por el hecho de que el comercio está en manos de las mujeres y se basa en el principio de solidaridad y reciprocidad; el trabajo es producido por sus propias manos, lo que garantiza la independencia económica de las mujeres y temas culturales que no dependen del mercado económico global, pero se adapta a las necesidades y estilo de vida de las mujeres zapotecas. No es un mercado para la acumulación de riqueza, sino para el consumo de lo que se necesita. Numerosos festivales se celebran durante todo el año para una importante redistribución de la riqueza humana y material. Una vez al año se celebra un suntuoso banquete donde todos los residentes tienen libre acceso a abundante comida y bebidas. El honor y el prestigio provienen de la voluntad de cooperar. El bienestar del pueblo de Juchitán se debe a la estructura social y la filosofía que coloca en el centro a las mujeres y su preocupación fundamental: el cuidado de la vida.

Mientras tanto, aquí y allá han surgido ya nuevas ecoaldeas inspiradas en valores matriarcales.

Lo que era propio de antiguas sociedades ha tomado vida en Nashira, Colombia, inspirándonos a la hora de fundar una aldea matriarcal. Su creadora es Angela Dolmetsch, abogada y patrocinadora de la ecoaldea de Nashira. Nos explica cómo 88 mujeres cabeza de familias están construyendo una comunidad matriarcal. Durante siete años, han cultivado tres hectáreas de tierra donde crecen cítricos, plátanos y "noni" orgánico, producen sus hortalizas, crian pollos y peces alimentados con alimentos orgánicos. Con sus manos han construido 41 casas divididas en ocho grupos, cada uno de los cuales constituye una unidad de producción dirigida por una mujer como coordinadora y un tesorero. Gracias a un programa del Gobierno, privadas de asistencia y con el trabajo de las mismas mujeres, se han completado hogares sin la necesidad de crédito y libres de deudas. Un Consejo de mujeres realiza los asuntos de la comunidad. La organización social de este pueblo está inspirada en los valores del matriarcado, es decir, decisiones de consenso y solidaridad colectiva sobre el cuidado de los niños y los ancianos y el mantenimiento de las áreas comunales.

Y no faltó el ejemplo de una comunidad alemana con más de 30 años en Klein Jasedow, Pomerania Oriental, cuyos miembros viven según los principios de las comunidades indígenas matriarcales, respetando todas las opciones políticas y religiosas.

Durante la reunión, después de algunos informes, unos minutos se dedicaron al debate con el público, demasiado poco tiempo, en mi opinión, para una audiencia llegada desde tan lejos y curiosos por obtener más información. Una de las preguntas: "¿Cómo viven los hombres matriarcales?". Heide responde que los hombres también pueden dispensar atención y cuidado a su alrededor, son capaces de practicar la economía de la donación, el respeto a la naturaleza, pero sólo si logran deshacerse de los valores que les ha inculcado el patriarcado.

'Matriarcal' es la palabra que utilizan todos los ponentes para la sociedad en que viven o que son objeto de sus estudios. El contenido y el significado que se da a esta palabra en este contexto discrepa del de algunos antropólogos clásicos que afirman que las sociedades matriarcales nunca han existido, pero sí acceden a llamarlas matrilineales, matricéntricas, matrísticas, matrilocales o matrifocales, términos que, aunque son apropiados, sin embargo son reduccionistas en el sentido de que sólo reflejan algún aspecto de estas sociedades. Y por matriarcado no entendemos una sociedad donde dominan las mujeres, según la opinión actual de que el matriarcado es el equivalente femenino del patriarcado: esta opinión es errónea. Debemos liberar esta palabra de las connotaciones negativas que el Patriarcado le ha prestado y reapropiarnos del verdadero significado, pensar la palabra "arké" no como dominio, sino como origen, como el principio al que asociamos la palabra "mater" y por el cual se regenera la vida, y no se la domina.

Los temas centrales de la Conferencia fueron: la espiritualidad (inseparable del matriarcado), la economía basada en la solidaridad colectiva y la organización socio-familiar centrada en los valores de la atención materna.

Leticia Layson, feminista filipina, sacerdotisa de Isis y Diana, y miembro activo de la Internacional Feminista para la Economía de la Donación, nos habla de la idea religiosa de Anitu, espíritu guía de la comunidad que incluye a los antepasados y los espíritus de la naturaleza, que en Occidente se identifican con la deidad. De acuerdo con Leticia, el camino hacia la liberación espiritual del Pueblo Filipino volvería reunificándolo a sus raíces ancestrales y re-indigenizándolo más allá del tribalismo, clase social o región.

Comunidad de Pagoda es una de las pocas comunidades feministas lesbianas de los miles de comunidades nacidas en los años setenta en América que sigue funcionando. Lin Daniels, directora de The Amazon Icon Foundation y fundadora del Festival de Lesbianas de la Costa Este, la define como básica y funcionalmente matriarcal, e intencionalmente matrifocal. Allí no se permiten la entrada a hombres, por lo que llamarla así conduce a error, dado que el matriarcado y la matrifocalidad se basan en la igualdad de los sexos. Esa definición es más apropiada cuando hablamos de mujeres que viven fuera del patriarcado, considerado como una aberración en la historia de la humanidad. Durante más de veinte años, un templo dedicado a la diosa, La Pagoda, templo del amor, responde a la espiritualidad de las mujeres de la comunidad.

Los ejemplos se enriquecieron con estudios teóricos sobre la espiritualidad matriarcal y sobre las perspectivas intelectuales de una política matriarcal.

Marguerite Rigoglioso, estadounidense de origen italiano, especialista en el estudio del origen de deidades femeninas y el papel religioso de la mujer en el mundo mediterráneo antiguo, autora de un innovador estudio sobre el culto grecorromano de Perséfone en el Lago Pergusa, Sicilia, nos habló de la naturaleza de las creencias espirituales y prácticas de las sociedades matriarcales, del papel de la mujer como chamana y sacerdotisa en las religiones de estas sociedades para llegar a su teoría de la partenogénesis: ¿Big Bang o gran nacimiento (Big Birth)? A continuación, sugiere la posibilidad de que esta (la generación basada en la partenogénesis) puede haber sido la base de las culturas matriarcales y del culto dedicado a la "concepción milagrosa" en el mundo mediterráneo antiguo, y propone la hipótesis de que ha sido la transformación de este culto la que revela la llegada del patriarcado.

La espiritualidad y la organización de las sociedades matriarcales no puede disociarse del modelo económico basado en la economía de la donación. Genevieve Vaughan, investigadora independiente y feminista italo-americana, autora del libro Per-donare, Una crítica feminista del intercambio, expone un tipo de economía que ha existido y existe desde hace milenios en la sociedad matriarcal precapitalista, como una economía que une la lógica de la donación y la lógica de la madre: dar a los niños, por ejemplo, sin recibir nada a cambio. La economía de la donación se opone a la del intercambio, donde la identidad masculina se opone a la de la madre nutriente. "Tenemos que hacer una revolución feminista que no repita los métodos patriarcales, sino que inicie un cambio profundo que permita a todas las madres cuidar de sus hijos y a todos los niños amar a sus madres. La sociedad debe ser materna y así también quienes la gobiernan". Sus palabras desencadenaron una lluvia de aplausos.

La socióloga austríaca Mariam Irene Tazi-Preve, de la Universidad de Viena, hace un análisis preciso del mal funcionamiento del modelo patriarcal de familia, en cuanto que este modelo familiar representa un lugar de dominio donde se limita el potencial de las madres y donde se refuerza la brecha entre los sexos. La familia patriarcal nuclear es el lugar donde se enseña y se mantiene el orden social del patriarcado, cuyos valores reflejan los del sistema político vigente. En contraste con este modelo, existe uno en que hombres y mujeres socializan en igualdad, en el que el grupo se entiende como una comunidad matrilineal que proporciona atención y seguridad para todos sus miembros, niños, adultos y personas mayores. Las relaciones entre los amantes se basa más bien en la atracción física y en la institucionalización voluntaria del matrimonio, mientras que las funciones de la maternidad y la paternidad se ejercen con total naturalidad por todos los miembros del grupo. El abandono de las madres no existe, y los niños no deben sufrir por la separación de los padres, pues su pertenencia a las madres y al grupo materno garantiza una continuidad afectiva y material. Las acciones políticas, por lo tanto, están dirigidas a cubrir las necesidades de la familia y la comunidad social.

El último día de la Conferencia, Claudia von Werlhof habla de la fundación del Movimiento Planetario para la Madre Tierra y su importancia fundamental, y lanza un llamamiento de participación y difusión de los objetivos del movimiento. No sólo la vida en la tierra está amenazada de extinción, sino que nuestro propio planeta es objeto de un ataque persistente que debilita sus cimientos. Está en juego el matricidio final, el final de la propia Tierra, el crimen más inconcebible e impensable de todos los tiempos. Bolivia ha promulgado ejemplarmente la ley de los derechos de la Madre Tierra. Pero no es un simple conflicto entre el capitalismo y la Madre Tierra: la tecnología con fines destructivos, utilizada contra el mismo planeta, se ha desarrollado en los últimos decenios. El planeta Tierra ha sido desequilibrado para convertirse en un arma de destrucción masiva a través de los aparentes desastres naturales. La ponente menciona el libro de Rosalie Bertell, Planeta Tierra: última arma de guerra. "Nuestra Madre Tierra se verá obligada a destruir con las sequías y las inundaciones, huracanes y erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis....". "Es terriblemente humillada y no tiene ninguna oportunidad de escapar a nuestros ataques," dijo Rosalie Bertell, naturalista, eco-feminista, religiosa y premio Nóbel Alternativo en 1986. Y cuando Claudia von Werlhof, en una entrevista que le hace un diario austríaco, expone la hipótesis de que el terremoto de Haití, que mató a 200.000 personas, pudo haber sido producido artificialmente, es inmediatamente desacredidata, acusada de ser una enferma mental.
Pero es sabido que los experimentos HAARP y programas de la "Guerra de las Galaxias", cuyo propósito es desarrollar armas para futuras guerras, se han servido de la destrucción de la Tierra como campo de pruebas. Utilizando las corrientes electromagnéticas, son capaces de destruir cualquier objetivo sin dejar la menor huella de la causa de la destrucción. Y no debe excluirse la posibilidad de que esto pueda causar cambios catastróficos en el medio ambiente y en todo el planeta. Claudia von Werlhof afirma que el libro de Bertell debe completarse mediante la lectura de la Teoría crítica del Patriarcado, que ha desarrollado en el Instituto de Ciencias Políticas en la Universidad de Innsbruck, donde enseñó desde 1999.

La lectura de Bertell, afirma la ponente, nos hace conscientes de cómo nuestro planeta está siendo sometido al control de los hombres que intentan subordinarlo como a la mujer, destruyéndolo y convirtiéndolo en algo que carece de toda autonomía real, sin ningún poder. Se está realizando "la creación de la destrucción querida por los padres", con la esperanza de usurpar el lugar de la madre y justificarlo prometiendo el nacimiento de una creación mejor. ¡El matricidio por excelencia!

La ponente también insta a lxs participantes a unirse al Movimiento Planetario para la Madre Tierra contra el actual modelo de sociedad, para protegerla como la más bella, la más sorprendente, la más fuerte y más poderosa de todos los seres vivos. Los seres humanos deben sentirse orgullosos de la creación y defender su dignidad, que la espiritualidad patriarcal cree que pertenece sólo al ser humano. No somos sólo una parte de la Madre Tierra, sino que estamos vinculados a ella como sus criaturas. La Diosa es la naturaleza primitiva, potente y no domesticada, y no podemos quedarnos a contemplar un proceso de destrucción que todavía se vende como "progreso". Lo que los patriarcas temen más somos nosotras, las mujeres, nosotras y los civiles, nosotras y el público en general, nosotras y nuestra falta de miedo. Es importante actuar a nivel local e internacional. Ha llegado el momento.


En el acto de clausura, el "Manifiesto" fue repartido entre transeúntes un día de lluvia, el domingo durante la hora del almuerzo, por un centenar de mujeres con la efigie de varias diosas, con canciones y bailes en honor a la Madre Tierra, a lo largo de las calles del centro de la ciudad de St.Gallen. Esta procesión marca la culminación de una serie de encuentros en la Conferencia, en la que las mujeres se reunieron para formar grandes círculos en el parque circundante y tendieron sus manos, con algunos pies descalzos para obtener la energía necesaria para enviar al mundo.

Francesca Rosati Freeman
7-6-2011

Enlaces:
http://kongress-matriarchatspolitik.ch/ (sitio oficial de HAGIA para el congreso)
http://www.lydiaruyle.com/ (banners de la Diosa)
http://www.gift-economy.com/ringraz.html (sitio sobre la Economía de la Donación)